La bandera blanca, un elemento no verbal que incorporar

Un hombre conduciendo a su rebaño a algún lugar. Un hombre rodeado de edificios derruidos llevando una bandera blanca improvisada. Esto es lo que podemos ver todos en la fotografía, y todos entendemos qué mensaje quiere comunicar con ese trozo de tela.

Esta imagen corresponde a una noticia sobre la batalla de Mosul publicada a principios de noviembre por un diario. Al verla, pensé en lo útil que resulta que existan señales internacionales de comunicación, sin posibilidad de malinterpretación. Es fácil imaginarnos cómo este hombre, ante la presencia de tropas llegadas de diversas partes del mundo que seguramente hablaban diversos idiomas, ante uniformes con insignias que probablemente desconociera, ante la posibilidad de ser tomado por enemigo, optó por un elemento no verbal en señal de paz para evitar toda confusión.

En un contexto bélico, la bandera blanca significa rendición, petición de negociación, de tregua, no querer/poder luchar… Es un símbolo acordado por la comunidad internacional desde la convención de La Haya de 1899 y que está aceptado hasta tal punto que el derecho internacional, y protocolos y códigos de diversos países recogen que emplear la bandera blanca de forma engañosa se considera un crimen de guerra.

En lo que a historia se refiere, se tiene constancia del uso de elementos blancos con este significado desde las guerras púnicas y también, aunque de forma independiente, en la China de la dinastía Han (desde el s. III AC). El arte y hasta la filatelia se han hecho eco de este símbolo al representar momentos bélicos pasados en los que la bandera blanca está presente.

A falta de una fabricada para tal fin, la bandera blanca se puede improvisar con lo que se tenga a mano, como el protagonista de la foto, o como cuando en Múnich los aliados pidieron que la población colgara de sus ventanas y balcones sábanas blancas en señal de rendición ante la inminente llegada de las tropas y la caída del ejército nazi. También en la batalla de Faluya de este mismo octubre, el ejército iraquí pidió a la población que pusiera banderas blancas en las casas.

Esta bandera se usa en conflictos bélicos, donde la tensión es máxima, se está entre la vida y la muerte, generalmente hay grandes distancias y mucho ruido de fondo, como para ponerse a gritar«¡voy en son de paz!»,«¡nos rendimos!» o«¡no disparen, llevo un enfermo!». Se hace necesario un elemento físico visible desde lejos que no dé ningún margen a error.

Teniendo en cuenta que las señales no verbales desempeñan un papel crítico en la comunicación, yo planteo: ¿no podríamos incorporar este sencillo elemento a nuestra comunicación? ¿Cuántas veces nos pasa, por ejemplo, que hemos discutido, ansiamos la reconciliación, pero nada más ponernos a hablar para aclarar lo sucedido acabamos liándonos con las palabras elegidas y discutiendo otra vez lo mismo? Sin duda en esas situaciones hay muchos factores que intervienen pero creo que si al menos una de las partes sacara al inicio una bandera blanca, claramente haría entender a la otra parte que su intención es: tener paz, voluntad de negociar, deseo de no lucha… Este sencillo elemento de comunicación no verbal podría ayudar enormemente.

Una forma inmediata que tenemos al alcance de la mano para aplicar ya esta idea está en los emojis de whatsapp: ¡sí, hay una bandera blanca! Ante discusiones y malentendidos, es frecuente recurrir al whatsapp para escribir mensajes que suavicen esa situación. En esos casos el añadir caras expresivas y otros emojis ayuda mucho a modular a que el mensaje verbal se lea con el tono de voz adecuado. Pues si ya se empieza con una bandera, mejor modulación imposible.

Y sobre todo lo veo útil en las discusiones orales. Qué difícil resulta la reconciliación muchas veces. Caras serias, brazos cruzados, espacios personales más amplios que de costumbre… Aunque no queramos nuestro lenguaje corporal delata que estamos distanciados, crispados, decepcionados… Creo que llegar al reencuentro de después de la discusión con una bandera blanca será toda una declaración de intenciones inequívoca que puede hacer que la otra parte vea claro (y subrayamos «ver») que estamos dejando de lado el «yo tengo razón» y sustituyéndolo por el «quiero que nos entendamos».

Yo usé la bandera blanca una vez y al menos quedó eso, que de forma explícita mi intención no era seguir ahondando en la discusión sino salvar la situación  🙂

Un saludo cordial a todos,

Ana

Obama-Trump, o cómo usar el lenguaje no verbal para sintonizar en momentos tensos

Una imagen armoniosa, eso parece que querían proyectar. Ya fuese para enviar un mensaje de calma al mundo en general, o bien para tranquilizar las bolsas y mercados, la cosa es que ambos presidentes se sentaron ante las cámaras para resumir las sensaciones de su primer encuentro.

Ya antes de analizar a uno u otro, lo primero que llama la atención es la escultura que tiene Trump detrás: ¡es de Martin Luther King nada menos! A Trump, un hombre al que se acusa de racista y que ha llegado a la Casa Blanca, le han colocado (en el encuadre de la cámara) al hombre que lideró la causa de los derechos civiles de los negros en Estados Unidos. Mensaje enviado al mundo. Recibido. Y apuntamos cómo un simple elemento comunica.

martin-luther-king-busto-despacho-oval

Fijémonos ahora en la imagen personal de Obama y Trump: ambos con traje, Trump con los colores de la nación (azul, blanco y rojo, combinación clásica ya en los momentos cumbre en los presidentes estadounidenses), y ambos con el pin de la bandera americana en la solapa izquierda, encima del corazón. Ambos envían mensaje de patriotismo y unión. Recibido.

La misma similitud en las posturas. Empiezan de manera idéntica: espalda hacia delante, piernas abiertas, manos entrelazadas. Con esta imagen clónica se pretende reforzar la armonía y la conexión entre ambos. (Aunque a Trump se le nota más tenso que a Obama.) En una negociación, adoptar la misma postura que la persona opuesta puede ayudar a ponernos en su piel, pero en mi opinión debe ir acompañado de auténtica voluntad de entenderse. ¿Era este el caso?

trump-obama-manos-entrelazadas

Es en la intervención de cada cual donde podemos observar los diferentes estilos y las desavenencias. (Abajo he puesto el vídeo por si queréis verlo.)

Habla Obama

¿Habíamos visto alguna vez un Obama tan poco elocuente y fluido? En apenas 2 minutos, Obama hace 14 pausas en su discurso y emplea 19 muletillas (“ahh…”). Hace un enorme esfuerzo cognitivo para elegir las palabras. Parece agotado…

Su mensaje verbal está logrado: lleno de contenido, palabras idóneas, políticamente correcto, amable con Trump, elabora un mensaje de tranquilidad. Pero a pesar de elegir con detenimiento y prudencia cada una de las palabras, todas esas pausas y muletillas hacen difícil la credibilidad. Denotan un enorme esfuerzo por ser neutro, amable y transmitir entendimiento mutuo.

En el tiempo que habla, Obama dirige la mirada hacia Trump muy brevemente y 3 veces. En solo una de las ocasiones hay contacto visual por ambas partes. No solo no hay apenas contacto visual, sino que ambos evitan ese contacto. Poca sintonía.

Mientras escucha, Trump se muestra tenso, muy quieto, con las manos en ojiva, un gesto típico de los políticos (probablemente aprendido); las tenía entrecruzadas pero nada más comenzar a hablar Obama las pone en ojiva, y va dando golpecitos con las yemas: denota intranquilidad. Por su lenguaje no verbal, no solo no parece tener afinidad con Obama sino que parece hasta que no le esté escuchando.

Un dato gracioso sobre Obama: cuando menciona a la nueva primera dama, se le escapa una brevísima sonrisa que intenta ocultar recuperando enseguida una expresión seria.

A Obama se le escapa una sonrisa al mencionar a la nueva First Lady.
A Obama se le escapa una sonrisa al mencionar a la nueva First Lady.

Habla Trump

Sucede lo contrario que con Obama: Trump habla mucho más seguido, sin apenas pausas o muletillas (aunque también las emplea), pero su contenido verbal no tiene apenas contenido político. En su línea, emplea poca variedad léxica y es poco concreto (repite «difficulties», «great», «many»). A pesar de todo, su fluidez le ayuda a transmitir más aplomo.

Fijaos qué curioso es que Trump empieza agradeciendo sus palabras a Obama: «Well, thank you very much president Obama», pero ni siquiera le mira. No parece pues un agradecimiento auténtico.

Siguiendo con el comportamiento con la mirada: Trump comenta 2 veces la duración del encuentro: «esta era una reunión que iba a durar 10 o 15 minutos», dice con expresión facial de asco y acto seguido mira a Obama. Después: «la reunión ha durado… casi una hora y media»; dice resoplando, y vuelve a mirar a Obama. En este caso la mirada no es tanto para sintonizar sino para responsabilizar… Si miras para abroncar, eso es lo contrario a sintonizar.

Rechazo al hablar de la duración de la reunión.
Trump resopla al volver a hablar de la duración de la reunión.
Trump resopla al volver a hablar de la duración de la reunión.

Otro dato curioso: en los 2 minutos 49 segundos que duran ambas intervenciones, no se da ni una sonrisa, ni auténtica ni de cortesía. En nuestra cultura, qué mejor que una breve sonrisa para conectar con la otra persona.  Esto muestra la tensión con la que ambos viven ese momento.

Y por fin la sintonía…

Pero, ¿qué sucede cuándo se acaban sus intervenciones, cuando finaliza el tiempo oficial ante las cámaras? En ese momento Obama se transforma: se relaja, expande su postura (pone un brazo en jarras), se dirige a los periodistas con un tono de voz mucho más potente. Hasta bromea con Trump, le toca, se orienta hacia él. De estar bastante incómodo, haciendo enormes esfuerzos por buscar las palabras correctas, ha pasado a tomar el control de la situación, a ser el dueño todavía de la Casa Blanca.

Una vez finalizada la intervención, Obama se relaja y lidera la sintonización con Trump
Una vez finalizada la intervención, Obama se relaja y lidera la sintonización con Trump

Trump sigue tenso, con la misma postura, y no parece hacerle mucha gracia la broma de Obama, pero se la devuelve, acaba sintonizando con Obama y, por fin, ambos sonríen.

Trump y Obama conectan por fin gracias al comportamiento del segundo
Trump y Obama conectan por fin gracias al comportamiento del segundo

No ha habido ninguna sintonía ante la prensa. Pero al final, el que uno de los dos (en este caso Obama) haya tomado la iniciativa de conectar (broma, toque en el brazo, postura mucho más relajada, humor, sonrisa) ha contagiado al otro y la conexión se ha dado. Este escenario puede aplicarse a muchas situaciones cotidianas, en la empresa, en la familia… Podemos tomar nota de este encuentro entre Obama y Trump.

Os dejo el vídeo por si queréis verlo vosotros. Es breve pero rico en contenido sobre comunicación no verbal.

Un cordial saludo,

Ana