Skip to content

Poco es mucho en comunicación no verbal

Algo que he observado en los años que llevo como asesora de comunicación no verbal, y en mi propia experiencia, es que una cosa es saber y tener claro lo que «funciona», nos ayuda y es útil en comunciación no verbal para cada situación y otra muy diferente es lo que realmente acabamos aplicando en los momentos más decisivos.

¿SUELES IMAGINARTE A POSTERIORI TU INTERVENCIÓN PERFECTA?

Seguramente te habrá pasado a ti también: terminar una conversación importante, una discusión, una negociación, una intervención en público… y al cabo de pocos minutos encontrarte pensando en lo que deberías haber dicho, en cómo podrías haberlo dicho, y en que te habías planteado comportarte de una manera y varios aspectos de los que habías ideado se quedaron en una intención.

Es algo habitual. Cuando nos encontramos en la situación de negociar, discutir o en una conversación que nos importa especialmente, hay factores que están presentes y que escapan en cierta medida a nuestro control, como por ejemplo lo que el interlocutor interprete, las emociones y reacciones que afloren en nosotros, o datos con los que igual no contábamos y nos hacen reajustar la conversación.

Por eso con frecuencia, parte de lo que teníamos planificado aplicar tanto de comunicación verbal como no verbal se va al traste y acabamos comunicándonos en nuestro modo «por defecto», o no pudiendo atender a todos aquellos elementos que sabemos que son buenos para conseguir los objetivos.

PENSAMIENTOS EN BUCLE

Y de ahí que después nos atormentemos con pensamientos en bucle sobre cómo debería haber ido en realidad la interacción, incluso reproduciendo imaginariamente la conversación alternativa, la perfecta, esa donde lo hacemos todo bien, estamos agudos, brillantes, asertivos, calmados, dominantes, carismáticos o lo que cada cual deseaba haber estado.

Está bien hacer el análisis una vez, no para alimentar nuestra neurosis sino para tener localizados lo que nos suele costar y así la próxima vez mejorar en esos aspectos comunicativos.

¿CUÁNTO TENGO QUE CAMBIAR DE MI COMUNICACIÓN NO VERBAL?

Tengamos el estilo comunicativo y los rasgos de personalidad que tengamos de partida, siempre hay situaciones que nos resultarán fáciles y otras que supondrán un desafío para nosotros. A la persona muy directa le irá bien en ciertos entornos y en otros tendrá que aprender a ser más paciente y diplomático a través de estrategias no verbales entre otros. La persona dócil le costará hacer valer sus criterios, y deberá tener presentes ciertos apoyos de comunicación no verbal para lograrlo.

Lo que he observado durante estos años como asesora de comunicación es que:

  1. No es fácil aplicar a la vez todos o muchos de los elementos no verbales que sabemos que nos benefician. Una cosa es comprender el listado y otra aplicarlo al 100% en esos momentos de desafío en los que aparecen más factores que nos hacen tener que estar pendientes de otras cosas.
  2. Ser capaz de adoptar a conciencia aunque sea 1 elemento de comunicación no verbal ya va a suponer una gran mejora respecto a nuestro estilo comunicativo «automático».
  3. Si aplicamos más elementos, mejor. Es un sumatorio. Pero no hay que abrumarse por lo que no se ha hecho bien. Cada experiencia es una práctica para mejorar.
  4. Hay aspectos de comunicación no verbal que se nos resisten más que otros.
  5. Va bien aferrarse al que te resulte más fácil.

EJEMPLO 1. UNA DISCUSIÓN CON TU PAREJA

Imaginemos que en las discusiones con tu pareja sueles perder la compostura y acabar gritando y acusando. Te gustaría mejorar cómo abordas esas conversaciones para evitar un estilo agresivo. Lo normal sería recomendar hablar con tono calmado, no hablar ambos de pie frente a frente, sonreír muy levemente de vez en cuando para evitar escalar la tensión, no fruncir permanentemente el entrecejo, dejar hablar sin interrumpir y escuchando mostrando interés.

Es muy posible que de todo este listado ideal, llegado el momento de una discusión difícil de contener, no te acuerdes de aplicar apenas nada de toda esa lista, aunque la entiendas y la compartas. PERO, si puedes aplicar tan solo 1 elemento de esa lista… ya tienes mucho a favor. Porque una cosa lleva a la otra.

Si eliges 1 elemento, pongamos, estar sentados en esquina en el sofá o la mesa en vez de enfrentados y a 2 metros de distancia, eso favorecerá que estando tan cerca no quieras hablar tan alto. Puedas tocar a tu pareja y generar conexión y evitar la escalada. O si logras solo aplicar conscientemente mantener un tono calmado, difícilmente acabarás frunciendo mucho el entrecejo y haciendo gesticulaciones intensas. Porque ese elemento ayuda a mantener todo lo demás más bien acorde. Funcionaría como un ancla o un cabo bien sujeto a una roca.

EJEMPLO 2. AL HABLAR EN PÚBLICO

La lista de las recomendaciones habituales sería: gesticular más grande y con más profusión; vocalizar y variar el tono de voz y la velocidad; mantener una postura no contraída; aumentar la expresividad facial; dirigir cuerpo y mirada a todos… Pero es posible que si eres introvertido, te cueste aplicar buena parte de esta lista. Con que hagas algo, 1 cosa, de lo que habitualmente te cuesta, el efecto es ya bastante positivo. Por ejemplo, si varías tu tono y volumen de voz (algo difícil para los introvertidos al hablar en público), ya resulta mucho más estimulante tu charla.

CONCLUSIÓN

No se trata de conformarnos con mejorar poco. Se trata de ser realistas. Los cambios para mejorar se aprenden poco a poco, y a cada uno de nosotros hay cosas que nos resultan más fáciles de adoptar que otras.

Lo importante es tener presente que la comunicación no verbal es una baza que nos ayuda a mantenernos en nuestro objetivo en esas situaciones comunicativas difíciles.

Ese poco que podamos aplicar siendo conscientes de que lo estamos manteniendo, va a favorecer que pongamos el acento en el cómo. Que no nos dejemos llevar y nos comuniquemos «como siempre».

En comunicación no verbal, poco ya es mucho.

Comentarios recientes

    Message Us on WhatsApp