Delegar es una gran habilidad, pero hay cosas que es mejor hacer por uno mismo. Una de las más importantes: nuestra capacidad de pensar de forma independiente.
Hace 5 años del inicio del 𝗰𝗼𝗻𝗳𝗶𝗻𝗮𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼 por el covid en España y las medidas que se fueron implantando para lidiar con la pandemia.
5 años después, un informe EE.UU. pedido tanto por demócratas como por republicanos para que se llegase hasta el tuétano de todo lo que se había hecho durante la pandemia y post pandemia, recoge en 580 páginas que:
Todas 𝗹𝗮𝘀 𝗺𝗲𝗱𝗶𝗱𝗮𝘀 que se impusieron fueron 𝗮𝗿𝗯𝗶𝘁𝗿𝗮𝗿𝗶𝗮𝘀, a sabiendas de que no tenían ninguna base científica. Nada. Cero. Confinamientos, mascarillas, distancias mínimas, protocolos hospitalarios, vacunas arnm, pcr, pasaporte covid y mucho más…
Algunos ya fuimos sospechando desde el principio que poco tenía sentido y, a pesar de cumplir con todas las medidas, 𝗻𝗼 𝗻𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗻𝗳𝗼𝗿𝗺𝗮𝗺𝗼𝘀 𝗺𝗲𝗻𝘁𝗮𝗹𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 con “se hace lo mejor que se puede”. Al revés, intentamos prevenir a nuestro alrededor.
Curiosamente, fuimos observando cómo de golpe y porrazo el sentido común de la inmensa mayoría desapareció y, durante los meses y años que siguieron, se sustituyó la capacidad de pensar de forma autónoma por una ciega sumisión y obediencia.
La carrera, másteres y un cargo decente en una empresa, o haber creado la tuya propia, no fueron ningún escudo ante lo que vivimos. Al contrario.
Que aceptáramos un confinamiento, traumático para muchos y con consecuencias en la salud mental irrecuperables y del que se ha dicho por activa y por pasiva que no sirvió para nada, no es lo más preocupante.
Sin entrar a evaluar los rígidos protocolos hospitalarios (cuestionados por algunos médicos, acallados), lo cierto es que en esa primera ola hubo tal cantidad de muertes que toda la población accedimos en una muestra de prudencia civilizada y empatía hacia los vulnerables.
Lo inquietante y preocupante en el plano de pensamiento es especialmente lo que vino después.
Ese civismo fue en realidad el mejor cheque en blanco para los que sabían que gran parte de la ciudadanía ya había delegado sine die la capacidad de pensar más allá. Delegada en cualquier autoridad autoproclamada: la OMS, mandatarios, televisión, prensa, médicos, algunos con ganas de protagonismo, cualquier estudio hecho con prisas y citado en titulares según conveniencia.
¿Cómo es posible que esto sucediera? ¿Cómo es posible que tantas personas que son capaces de llevar una empresa o un área de 100 o 1.000 personas, obedecieran ciegamente mandatos y recomendaciones que eran un despropósito para la lógica y sentido común?
Algunos ejemplos de lo que vivimos. La lista es muy larga y seguro que recordarás situaciones surrealistas tú también:
• Limpiar los envases o echar la ropa a lavar nada más volver a casa era haber olvidado de cualquier clase de biología que este tipo de virus dura pocos segundos en el ambiente.
• Llevar mascarilla andando solos por la calle, o en el coche con varios miembros de la familia, llevar mascarilla los niños en el colegio siendo que comían todos juntos…
• La gripe, causante de cientos de miles de contagios y millares de muertes cada año y que nadie temía, había desaparecido de golpe sin que se le diera el Nobel a nadie por ello.
• Cuantos más PCR nos hacíamos, más subían las estadísticas de contagios, manteniendo la alerta general, a pesar de que bajaban las estadísticas de hospitalizaciones y muertes drásticamente. Ahí pudimos inferir que los PCR no distinguían entre covid, gripe o cualquier otro causante de resfriado, como se constató después.
• Reuniones/eventos de un máximo de 6 personas. Y vecinos denunciando a los que no cumplían. ¿En qué nos habíamos convertido?
• Sale una vacuna con tecnología genética, pero aún no probada, y con ella se inicia toda una campaña en la que los presidentes de naciones son embajadores del sector farmacéutico y se dan diplomas a los niños por ponérsela. Nuestros hijos llevan por lo menos 20 vacunas, y nadie antes les había dado ningún premio. ¿A qué se debe tanto interés? ¿A salvar vidas?
• Se impone un pasaporte de vacunación, sin el que no accedes a ciertos trabajos. Ni al colegio, la universidad, viajes de trabajo o para ver a la familia y la vida que antes vivías. Si la vacuna es tan efectiva, ¿por qué coaccionar para vacunarse? ¿Y por qué es necesario ponerse varias dosis en tan poco tiempo? ¿Por qué lo dimos por bueno?
• A los que cuestionaban algún aspecto de lo establecido, ya fuesen médicos, virólogos, inmunólogos… se les censuraba. Se les etiquetaba como… negacionista. Y así se eludía cualquier debate, tan necesario. Eso es una señal de alarma como la copa de un pino. Y ¿no vimos en Twitter o Instagram unos sospechosos pies de foto en letras rojas que decían «si quieres información fiable del covid pincha aquí?». Elefantes en la habitación. Más tarde se confirmó que sí, de que el gobierno de EE.UU. había presionado a los dueños de estas redes sociales y otras plataformas a estar intervenidas por el FBI. Y nosotros que pensábamos que el FBI perseguía a los malos. Y a saber qué otros organismos más intervinieron, porque pocos países han hecho investigación. Pero pocos lo saben. ¿Por qué?
• Los países europeos reaccionaron igual. Con las mismas frases y eslóganes en las mismas fechas. ¿Coordinación perfecta? Claro que sí. ¿Podría haber por encima de nuestros mandatarios, otros mandatarios, y a su vez, otros mandatarios? Es solo una pregunta. Y los que están en esas instituciones: ¿representan el mejor talento y por eso debemos ponernos en sus? Es otra pregunta.
Cada una de estas cuestiones es suficiente para al menos levantar una ceja y poner la maquinaria de pensar a plantearse cosas. Pero no fue así. Fuimos acatando. Ranas hervidas.
¿De qué nos ha servido ir al colegio, a la universidad, sacarnos varios posgrados, tener un estatus alto en nuestro campo profesional? ¿Solo para pagar facturas, más altas o menos según el estilo de vida que deseamos? Eso no nos va a hacer llegar lejos. Ni a nosotros ni a nuestros hijos.
No nos sirvió para reconocer que los mecanismos que hicieron posible todo lo que se vivió se parecen a tantos otros vividos anteriormente.
En este caso concreto de la pandemia, estos son algunos de los mecanismos que se pusieron en marcha, y que están a día de hoy también puestos en marcha en otros temas, que te invito a identificar:
GENERAR MIEDO
El miedo fue el hilo conductor desde el inicio. Nos metieron el miedo por todas partes y bajo el miedo somos muy manipulables. Y hay más personas más propensas al miedo.
Miedo, promesa de seguridad, cesión por nuestra parte. Miedo, promesa de seguridad, cesión por nuestra parte.
AMPLIFICAR MIEDO
Los medios de comunicación son el gran altavoz que hace posible que acabemos impidiendo nuestras sinapsis. Entre 10 y 15 titulares sobre el covid había en primera plana durante toda la pandemia, en cualquier periódico, a diario. Y recordad el papel de los canales de televisión, día y noche dando la matraca con este monotema.
EMERGEN FIGURAS DE REFERENCIA
Y ante ese miedo emergen figuras de autoridad a las que entregamos todo nuestro pensamiento. A esas entidades y personas les cedemos el uso de nuestro cerebro, y la voluntad.
SEÑALAR AL QUE CUESTIONA LA CORRIENTE OFICIAL
A aquellos que cuestionan las medidas planteadas, muchos de ellos profesionales tan válidos como los que defienden la causa, se le etiqueta de negacionista o antisistema o algó-fobo, y queda rápidamente caricaturizado.
EVITAR EL DEBATE E INTERCAMBIO
Si etiquetas e invalidas al experto que piensa diferente y sobre todo evitas el debate, el ciudadano de a pie (nosotros) no puede acceder a ese sano intercambio de visiones. Le expones solo a una cara de la verdad.
ENFRENTAR A LA POBLACIÓN
Premiar al que sigue la versión oficial. Coaccionar al disidente. Validar el debate contra estos últimos en la televisión y redes. Por ejemplo: «¿Debemos invitarlos en Navidad»? Escarmiento contra los disidentes. Ejemplo: lluvia de noticias de muertes de no vacunados (aunque fuesen falsas…). También desde las autoridades, como cuando Macron dijo «hay que joderles la vida [a los no vacunados]».
POR QUÉ NECESITAS URGENTEMENTE DESARROLLAR EL PENSAMIENTO INDEPENDIENTE
Desde ese marzo de 2020, he aprendido a reconocer en otras situaciones actuales patrones parecidos que se aplicaron entonces, y otros muchos más que se aplican en otras. Lo que yo llamo denominadores comunes. En algunos me sorprende no haberme fijado antes, la verdad. Pero esto me ha ayudado a pensar más allá y, lo importante y la razón de compartir esto contigo: 𝗮 𝘁𝗼𝗺𝗮𝗿 𝗺𝗲𝗷𝗼𝗿𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗰𝗶𝘀𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀.
Eso sí, exige dedicar cierto tiempo. A veces, te puede angustiar. Pero la mayoría de veces, elijo entender y así anticiparme en lo que pueda. Compensa con creces. ¿Sabrías analizar en qué otras situaciones esto mismo se está dando o se va a dar?
Por eso os animo (y todo el que esté en mi entorno cercano sabe que insisto mucho) a que afinemos el pensamiento. Que sepamos analizar más allá de lo que se nos da masticado. Atrás queda lo que hace 5 años hiciéramos. Lo importante es el momento actual y: ¿quieres seguir haciendo lo que se te dice y confiando en que eso es siempre lo bueno y necesario para la sociedad y los tuyos?
Que no tengamos miedo a poner en duda lo que nos rodea. Buscar otras voces de autoridad, probablemente más sabias, valientes y de mente curiosa. Que sepamos leer entre líneas, predecir acciones futuras porque en realidad hemos sabido atar cabos, unir un evento aparentemente inocuo con otro.
Dicen que el pensamiento crítico será una habilidad muy demandada en el plano laboral. No me extraña. Porque en general estamos todos anestesiados con la rutina diaria, por mucho que la hayamos diseñado a nuestro gusto: un buen trabajo, deporte, un buen grupo social. Anestesiados especialmente en las ciudades.
Pensar para entender mejor. Pensar para descartar lo que no. Pensar para dar validez a lo que sí, y sobre todo a tu propio pensamiento. Pensar para ser más libre.
Para decidir con más libertad sobre tu salud. Sobre dónde invertir. Sobre cómo educarte y educar. Sobre dónde acaban nuestros impuestos y si podemos hacer algo.
Ojo, porque esto no es plato de buen gusto para todos. Como dijo Salustio: «poca gente desea la libertad; la mayoría desea solo un amo justo.»
Y para el que quiera y no sepa por dónde empezar: he creado el servicio PENSAMIENTO INDEPENDIENTE, donde te ayudo a poner a punto tus mecanismos para interpretar mejor el entorno y tomar mejores decisiones: económicas, de salud y mucho más (os lo dejo abajo).
Un adelanto, para el que quiera ir empezando:
• rodéate de personas tan o más inteligentes que tú (pero no menos, porque solo con la bondad no se llega lejos)
• prescinde de cualquier programa de televisión, sobre todo las noticias
• lee prensa de sesgo diferente (no es para informarte; el para qué puedes ir adivinándolo tú según empieces a leer prensa variada)
• atrévete a cuestionar lo que siempre has creído, aunque sea para en parte volver a pensar lo mismo
• buscar referentes que sí dedican tiempo a leer, pensar y cultivar la curiosidad
Pronto más. Si tienes cualquier comentario, me encantará leerte y, si no estamos de acuerdo, intercambiar visiones civilizadamente.
Abrazos,
Ana