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Las falsas apariencias, tema transversal en Sound of Freedom

La película pone en evidencia cómo la gestión de la apariencia es clave para conseguir los objetivos, ya sean nobles o perversos.

Sound of Freedom, producida en 2018 y estrenada en 2023 tras un curioso periplo hasta que pudo ver la luz, tiene como doble objetivo explicar:

  • por qué el negocio de explotar niños es mucho más rentable que otros negocios, como por ejemplo las drogas: mientras que la cocaína se usa 1 vez, a un niño lo puedes vender hasta 10 veces al día.
  • denunciar que en el propio Occidente hay un gran mercado de consumidores de sexo con niños, es decir, de pedófilos con medios.

La película hace un llamamiento a la realidad de la esclavitud infantil basándose en la historia real del ex agente de seguridad nacional Tim Ballard, quien logró rescatar de la trata a decenas de niños así como promover la cooperación entre EE.UU. y otros países de América contra el comercio y explotación de niños. Una película sin más pretensión que visualizar la triste temática, representada y producida por outsiders de Hollywood (léase outsiders como una calificación positiva) como Jim Caviezel, Mira Sorvino, Eduardo Verástegui o Mel Gibson.

Tras verla 3 veces en el cine acompañada por diferentes personas, pude empaparme bien de la película y me sorprendí a mí misma analizando una cuestión específica y transversal. Se trata del constante foco puesto en la apariencia, no solo en la imagen personal o entorno, sino en la modificación de nuestro lenguaje corporal habitual para ser percibidos como lo que no somos y poder acercarnos a determinadas personas sin que salten las alarmas. Lo que me hace preguntarme si la apariencia abarca mucho más de lo que habitualmente tratamos.

Si no has visto aún la película, mejor deja de leer para que no te hagamos espóiler, porque si vas a verla la disfrutarás tanto como yo.

Cuando la apariencia se usa para engañar a los demás, ya seas el bueno o el malo

La película subraya en diversas ocasiones de forma explícita el papel que el lenguaje no verbal puede tener en las interacciones. También, vemos a personajes aconsejando a otros personajes sobre cómo moverse, mirar o vestirse. Metalenguaje no verbal. Estos son la mayor parte de los casos:

• El protagonista, que en origen se dedica a detener pedófilos, se acerca a uno de ellos para obtener información, haciéndose pasar por un pedófilo más. Cambia su conducta no verbal dominante habitual por un comportamiento cercano gracias a mantener distancias cortas, el tono bajo de voz, largas miradas de complicidad con la cabeza inclinada y el tacto.

• Una ex modelo traficante que se vale de su apariencia de éxito y glamour para encandilar y engañar a niños y padres. Ataviada con prendas y un estilo elegante propio de Madison Avenue, transmite lujo y fiabilidad a esas familias que sueñan con una oportunidad sana de sacar a sus hijos de la pobreza.

• Niños a los que se les enseña a posar mirando a cámara con un punto entre cercano y desafiante. Niñas a las que se les pinta los labios y se les muestra cómo usar el pelo como reclamo y modificar la postura, dejando de lado su candor infantil.

• Al agente Tim Ballard, que aterriza en Cartagena (Colombia) con la intención de encontrar a una niña concreta entre traficantes, lo primero que le recomienda otro rescatador de niños es que abandone de inmediato su aspecto de «anuncio de Banana Republic» y se ponga lo que lleva cualquier turista que busca relajadamente «acción» con niños en esas tierras: unas chanclas, bermudas y camisas estampadas abiertas a medio pectoral.

Pero una camisa de flores y unas chanclas, por sí solas, no van a bastar para impresionar a mafiosos que lo que quieren es oler a pasta. ¿Alguien había dudado de que los espacios físicos donde desarrollamos nuestra vida (el coche, la vivienda, el club, el despacho)… hablan de nosotros, o si son falsos, cuentan buenas mentiras de nosotros? Tim Ballard lo sabía y convenció a sus aliados de que pagasen altas sumas para alquilar islas y mansiones, e impresionar así a los malos. Y si pensáis que se trata de malos muy tontos… en absoluto. Especialmente con personas a las que no conocemos, ¿quiénes no nos hemos fijado y fiado de las apariencias (ciertas o atrezzo) para formarnos una opinión?

• Pablo, el personaje que interpreta Eduardo Verástegui y que financia los planes de Tim Ballard, dedica un buen rato a ensayar cómo saludar a la guapa traficante para crear una buena primera impresión. Por un lado parecer un millonario pedófilo creíble, y por otro emplear con ella seducción (mirada intensa, hablarle bajo al oído) y persuadirle así de que traiga niños a su isla. La seducción es un camino corto para convencer.

• Los traficantes exhortan a los niños a que cambien sus expresiones temerosas y anden ligeros y sonrían para no defraudar lo que esperan sus clientes.

Parecer lo que no somos y aparentar el estado de ánimo que no tenemos es algo que hacemos con frecuencia. En este largometraje es interesante cómo esos cambios pasan a formar parte de la trama y el guión.

Como profesionales, nuestro esfuerzo por cuidar las apariencias no debería ir en dirección de simular lo que no somos, es decir a mentir, sino lo contrario: asegurarnos de que estamos mostrando a nuestro entorno nuestro conocimiento, know how, profesionalidad, etc.

Con frecuencia, nuestra apariencia se queda corta y le va bien un refuerzo, ya sea en cuánta pasión pongo al presentar mis servicios, si me visto acorde a la profesión, si las redes cuentan lo mismo de mí que cuando hablo en persona. De vez en cuando va bien revisar si sigue habiendo esa necesaria coherencia entre lo que soy y lo que aparento.

Y para finalizar, del reparto destaco el papel que interpreta Cristal Aparicio (a su vez una niña rescatada de las redes de explotación infantil), quien borda la expresión corporal y facial y convierte sus escenas en momentos de gran credibilidad emocional y su consiguiente impacto en el espectador.

No hace falta que os diga que os recomiendo enormemente la película (si tras este post os queda aún misterio para verla) por valiente, por ir a contracorriente y porque os hará pensar.

Abrazos,

Ana

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