Día Mundial de la Gentileza. Pasa tu conducta al plano consciente

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¡Feliz Día Mundial de la Gentileza! (Por ayer 13 de noviembre) La amabilidad, esa actitud tan prosocial y que a nadie molesta.

Casualmente, en mi caso tuve un día de plantarle cara a todo, por llamarlo de alguna manera; es decir, la gentileza podía haber brillado por su presencia un poco más. Analizando, tuve varias reacciones propias de la frustración, que ya sabéis que es una emoción compleja, derivada da la emoción básica ira, y conlleva parte de su repertorio conductual. En mi caso ayer, cierta agresividad en el tono y en la mirada.

Somos constantemente y de forma inconsciente «sujetos pasivos» de nuestras emociones, que siguen siendo absolutamente necesarias para la supervivencia, pero que a veces, si las vivimos en el plano inconsciente, nos pueden dominar con mayor facilidad y descalabrarnos.

Días como el de la Gentileza sirven no solo para ese día ser amables. Es toda una declaración de intenciones; y nos da la opción de pasar al plano consciente nuestra conducta. Nuestra conducta existe. Y se puede explicar por algo. A veces, las emociones. Otras, los estados de ánimo. Otras, las motivaciones. Otras, la personalidad. Otras…

Precisamente una de las formas de hacerse amigos de las emociones es ser conscientes de ellas. Y en el momento de una activación incipiente, ser capaz de reconocer qué me está pasando y, más importante, lo que va a pasar, cómo vamos a reaccionar.

Y racionalizar. Os propongo 2 ejercicios:

a) Operación matemática. Restar de 3 en 3 desde 100 (u operaciones más complejas, si eres de ciencias); si no te fías de su eficacia, prueba con un niño que esté enfadado, ansioso o tenga miedo, y pídele que haga algo similar. ¡Verás el resultado…! (Ni qué decir tiene, que con 3 niños me paso unos cuantos momentos restando de 3 en 3… 🙂

b) Análisis de la respuesta emocional. Poner encima de la mesa todo el proceso: ¿qué situación relevante ha habido para mí? ¿Cómo he evaluado la situación, sin siquiera darme cuenta? ¿Cómo me estoy sintiendo, qué noto? ¿Cuál está siendo mi conducta? Vendría a ser como traducir un texto. Intentar entender qué hay detrás.

Cuando racionalizamos, activamos el córtex, lo hacemos trabajar, y el sistema emocional «se distrae», se desactiva algo, cede protagonismo al racional.

Por eso, días como el Día Mundial de la Gentileza considero que son muy interesantes. Nos invitan a ser conscientes de la actitud, de las conductas, a muy pequeña escala. Algo que todos podemos hacer. No hace falta ser amables todo el rato siempre. Si estamos frustrados, enfadados, desanimados… tenemos el derecho a estarlo y a veces como sabemos «ocurre» y ya está.

Pero como en la vida todo es cuestión de equilibrios… Ser amables es una decisión consciente, y eso puede paliar en situaciones donde nos dominaría la amígdala. Hay mil maneras de ser amable, y seguro que vosotros ya sois lo más. Me encantaría saber qué gestos amables tenéis «de forma consciente» y aprender de ellos.

Desde el punto de vista del lenguaje no verbal, ¿qué elementos amables sencillos podemos decidir aplicar? Una sonrisa (incluso con mascarilla); saludar con más efusividad; emplear un tono de voz alegre; mirar a los ojos;  escuchar con atención; asentir cuando te hablan; un abrazo; tocar el hombro o el antebrazo; incluso combinarlo con un lenguaje verbal similar para mayor potencia… Todas las conductas prosociales que hacen que se favorezcan las relaciones positivas.

Feliz Día Mundial de la Gentileza, que yo PIENSO tener hoy 🙂

Un saludo muy cordial,

Ana

Mejora tu empatía en tiempos de coronavirus

¿Te has planteado si eres una persona empática y si lo eres mucho o poco? Sea cual sea tu respuesta, hoy te traigo un reto: ser capaz de llevar más lejos tus niveles de empatía.

Si algo ha traído el coronavirus a nuestras vidas es cambios tangibles: teletrabajo, ertes, mascarilla, distancias, aforos, restricciones… Y también cambios menos perceptibles pero que afectan a nuestro día a día, como es el caso de la comunicación no verbal (lo comentamos en este post anterior) o las emociones y estados de ánimo.

CONTEXTO ALTAMENTE GENERADOR DE EMOCIONES

De repente tenemos que lidiar con normas nuevas que se nos imponen por primera vez y pueden afectar a nuestras libertades; existe un riesgo de que enfermemos o que algún familiar de riesgo se contagie; nuestros negocios con cierta probabilidad van a verse afectados… Las circunstancias vividas desde marzo, y ahora los rebrotes, nos traen un sinfín de escenarios que pueden generarnos diversas emociones acordes, y según nuestra personalidad y nuestro contexto particular, es posible que nosotros afrontemos una situación concreta de una forma, y el de al lado la viva con el enfoque contrario.

Muy probablemente muchas de nuestras conversaciones ahora sean precisamente intercambio de enfoques: cómo ve uno el trabajo presencial; la vuelta al colegio; la incipiente crisis económica, etc. Ahí puede que nos hayamos encontrado formas de pensar antagónicas a las nuestras. Estos puntos de vista les habrán llevado a algunos amigos a tomar determinadas decisiones que nosotros consideremos sorprendentes, desmedidas o incomprensibles. Y ahí, antes de que empecemos a «considerar» lo de los demás mejor o peor, empieza el reto.

EMOCIONES, LENGUAJE VERBAL & LENGUAJE NO VERBAL

Es difícil que en una conversación expresemos verbalmente, con palabras, cómo nos sentimos en un momento concreto, para luego explicar por qué hemos tomado tal decisión o tal otra. De hecho, es probable que ni siquiera nos hayamos detenido a pensar en cómo nos sentimos, en poner etiqueta a la emoción, como suele decirse; simplemente, hemos reaccionado. Y por eso el otro, a falta de la información de base, juzga el resultado: la decisión, la conducta.

Una de las claves para captar la emoción que siente el otro es el lenguaje no verbal. Saber identificar a través de los gestos, el uso de la voz, las expresiones faciales, los cambios en la conducta… cómo se sienten las otras personas con las que interactuamos. Pero, siendo las emociones de duración breve y de intensidad variable, esta información a través del lenguaje no verbal está disponible unos segundos  y no siempre lo interpretamos junto con los elementos que la han desencadenado. Vemos cosas, caras, gestos… pero no los unimos al momento en que aparecen. Y menos ahora con mascarillas y pantallas de por medio, o teniendo que guardar distancias mayores de las habituales.

Por eso, en este contexto de pandemia, es importante trabajar para desarrollar habilidades comunicativas, y entre ellas destaca la capacidad de empatizar. Porque esta nueva situación es vivida como una amenaza para muchos (y sienten más miedo, angustia, estrés, ansiedad, preocupación…); como un fastidio para otros (y sienten más ira, frustración…), como una pérdida para otros más (más tristeza, melancolía…)… Y esto se refleja en las conversaciones y acciones del día a día. La cosa es: ¿soy capaz de percibir estas emociones en los demás en su contexto? ¿Soy capaz de asimilar que eso que para mí no supone miedo/ira/impotencia, para otro sí? ¿Soy capaz de comprender qué sucede en el otro cuando tiene miedo/ira/frustración…?

¿QUÉ ES Y CÓMO FUNCIONA LA EMPATÍA?

La empatía es una capacidad que nos permite captar la emoción del otro, comprenderla y experimentarla nosotros. Funciona gracias a neuronas especializadas que reflejan y activan en nuestro propio cerebro lo que percibimos en el otro, la mayor parte de las veces sin que podamos impedirlo. Por eso, por ejemplo, si el padre de una amiga muere lloramos con lágrimas en el funeral, aunque no lo conociéramos: porque percibimos su lenguaje no verbal de tristeza y abatimiento, probablemente lo adoptemos nosotros también, y desencadenamos la respuesta de la misma emoción: vivimos nosotros esa pérdida también, en el plano emocional, cognitivo y fisiológico. La empatía nos permite conectar a otro nivel.

La empatía es un mecanismo para el que los seres humanos (y los mamíferos en general) estamos preparados de serie; somos seres sociales. En el contínuum que es la empatía como capacidad, hay personas que puntúan más que otras por naturaleza. Pero, buenas noticias, se puede trabajar. Si no nos «nace» de forma natural ser empáticos a la primera en una circunstancia dada, uno puede hacer el ejercicio de intentar saber cómo se siente el otro: preguntando, escuchando… y sobre todo, deseando comprender.

En este contexto del coronavirus, os reto (y me incluyo) a abrir nuestra mente y cultivar la voluntad de empatizar y comprender. Porque es una situación nueva, intensa, de especial relevancia en el plano de supervivencia, que nos hace reaccionar a cada cual como podemos. Por eso, cuando estemos ante planteamientos que no compartamos, antes de enzarzarnos en una discusión o en una invalidación del otro, sirve bastante preguntar, escuchar y desear llegar a ese punto de conexión.

Empatizar no significa que te convenzan o tener que acabar admitiendo que el otro tiene razón. Significa ser capaz de comprender cómo se siente el otro, qué lo mueve; por qué toma ciertas decisiones. Cuáles son sus razones; y al final de esas razones puede fácilmente en origen haber una emoción.

VENTAJAS DE SABER EMPATIZAR

¿Por qué es bueno empatizar? ¿Por qué creo que vale la pena hablar de empatía? Porque se logra una conexión considerable con las otras personas. Al comprender (al vivir parcialmente la misma experiencia), dejamos de juzgar. Aunque nos pongamos en los zapatos del otro por unos momentos, la conexión es duradera. Somos capaces de enfocarnos en lo que nos une, no negar los motivos del otro… Entendernos, en definitiva.

Para eso, vale la pena estar atentos al lenguaje no verbal del otro. Estamos diseñados para captar toda esa información no verbal y de gran contenido emocional. Así que… reto lanzado: atrévete a aumentar tu capacidad de empatizar en pleno rebrote de coronavirus y emociones de los demás.

Saludos cordiales como siempre,

Ana

Lenguaje no verbal después del Covid

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¿Cómo nos relacionaremos mientras siga latente y presente el Covid-19 en nuestras ciudades? Llevamos ya 2 meses desde que empezamos en España una situación nunca vivida antes y seguro que la mayoría de nosotros nos hemos «resignado» y adaptado como mejor hemos sabido a las nuevas circunstancias, un cambio que ha afectado a la práctica totalidad de los diversos ámbitos de nuestra vida. Esto en cuanto al presente. ¿Y en el futuro inmediato?

Una bola de cristal no tenemos, ni tampoco sabemos con exactitud qué nuevas normas se aprobarán, pero sí podemos intuir que mientras no se erradique el Covid-19 algunos aspectos de nuestra forma de relacionarnos van a cambiar, y con ellos nuestro uso del lenguaje no verbal y la forma de comunicarnos. Especialmente por el uso de mascarillas y las distancias sanitarias recomendadas.

Estoy segura de que si estuviéramos ahora juntos en una charla o curso, presencial como hasta ahora veníamos haciendo, podríamos poner en común muchos cambios que ya están sucediendo a diario en vuestra comunicación general: reuniones de trabajo, llamadas con amigos… Yo misma, que tengo familia fuera de España, ha sido la primera vez que hemos hecho Zooms con todos; antes lo hacíamos en los cumples solo con el que estaba fuera. Hasta la bisabuela de mis hijos es toda una experta ya en videollamadas con sus biznietos de… 4 a 10 años.

Creo que muchos de estos cambios en la comunicación quedarán integrados, y pronostico que el lenguaje no verbal va a adaptarse también a estos tiempos. Mi pronóstico:

MÁS GESTOS. Los gestos van a ser los protagonistas en la comunicación no verbal. Si vamos a llevar mascarilla a todas partes, y vamos a tener que mantener distancias mayores entre personas, vamos a tener que recurrir a gesticular mucho más para poder apoyar nuestro lenguaje verbal y, en definitiva, hacer el mensaje efectivo. Como cuando vamos a un país del que no hablamos el idioma y recurrimos a manos y brazos con toda normalidad y entusiasmo por tal de hacer entender.

Además, estoy segura de que veremos florecer GESTOS NUEVOS en todos los idiomas. Los gestos que sustituyen a las palabras (gesto de OK, por ejemplo) se llaman «emblemas» y se van creando con el paso del tiempo en las culturas. Imaginaos que tenéis que gesticular que alguien es un caradura: ¿qué gesto harías con las manos? Pues de este tipo de gestos creo que vamos a tener que hacer un glosario bien pronto.

ADIÓS A LA SONRISA. Eso es lo que peor llevo. Lo que me da más tristeza (sí, tristeza ante algo que perdemos…). Las mascarillas tapan esta joya comunicativa que es la sonrisa cordial, que se hace por cortesía y que tiende tantos puentes. Una sonrisa para mostrar que cedemos el paso a alguien, o para agradecer que nos lo han cedido; una sonrisa para saludar por la calle o por la oficina sin mediar palabra… Una sonrisa para mostrar empatía con una madre o padre que está aguantando como puede la pataleta de un niño… ¡Oh, sonrisa! La sonrisa cordial es un elemento muy común y muy útil en la sociedad occidental, y en las culturas mediterráneas, más aún. Carente de emoción pero con mucha intención comunicativa.

Por supuesto, cuando sonreímos «de verdad», no por cortesía sino porque nos sentimos alegres, esa trasciende las mascarillas porque afecta a la musculatura facial superior del rostro: los ojos se empequeñecen y se adivina la sonrisa sentida y la alegría a pesar de la mascarilla. Pero considero que, viendo solamente los ojos, y perdiéndonos la mitad de la expresión facial (la elevación de comisuras labiales y mejillas), vamos a percibirla menos. Especialmente si quien sonríe lleva gafas u otros elementos que se interponen entre los ojos y la otra persona.

El reconocimiento de la mayoría de expresiones faciales emocionales se verá afectado. En comunicación en general, nos apoyamos mucho en la lectura de expresiones faciales: «¿le ha gustado el regalo?», ¿me está mintiendo?», «¿le apetece este plan que acabo de proponer…?», «¿he sido suficientemente persuasor?» A pie de calle al menos, lo tendremos más difícil, pues las expresiones faciales de emociones suelen componerse de movimientos musculares tanto en la parte superior del rostro (ojos y cejas) como en la inferior: boca, barbilla, mejillas…). Leer emociones solo con la mitad del rostro nos costará, pero quizá también nos haga más hábiles con el tiempo, pues escudriñaremos esa parte del rostro y obtendremos claves igualmente. Las emociones básicas serán más reconocibles, pero las complejas… (culpabilidad, frustración, etc.), con toda probabilidad se malinterpretarán.

También me parece interesante que en algún momento dado, podamos guardarnos nuestras emociones para nosotros mismos, si nos conviene, y gracias a la mascarilla queden parcialmente ocultas.

MENOS CONTACTO FÍSICO. O lo que es lo mismo, nos tocaremos menos. En el seno de la familia íntima no bajará el contacto físico, pero sí se reducirá por precaución con personas mayores, en el trabajo, al saludar, en los viajes… Por el tacto se obtiene una enorme información del otro (pensad en el saludo al dar la mano), y nos tendremos que acostumbrar a evaluar otras claves comunicativas para apreciar cómo es y cómo está el otro.

Probablemente será divertido ver aparecer formas de saludarnos nuevas y creativas. Por ahora tenemos el saludo con los codos. ¿Qué otros veremos?

• Por otro lado, como deberemos mantener MÁS DISTANCIA INTERPERSONAL, será menos probable ese contacto físico. Y es probable que una «violación» de esas nuevas distancias lleve aparejada la irrupción en nosotros o en el otro de emociones como el miedo o ansiedad a ser contagiados. Nos tenemos que acostumbrar a ver cómo alguien con el que hablamos de repente da un paso atrás o flexiona la espalda hacia atrás, si nos acercamos; si veis eso, ya sabéis que siente cierto miedo a ser contagiado. Antes podíamos inferir que el desodorante nos había abandonado o habíamos comido algo con aroma indiscreto, y ahora habrá una razón mucho más probable. También nos perderemos los buenos olores de aquellos que huelen bien…

Con las distancias aumentadas, para los más extrovertidos y sociales será algo más difícil entablar conversación con el primer desconocido que pase. Pero bueno, ellos siempre encuentran la manera de hacer amigos, y seguro que se adaptan estupendamente. A mí también me encanta hablar con todo el mundo en el ascensor, en el mercado, y donde sea. Ya os contaré qué tal.

APARIENCIA. ¿Qué pasará con nuestra apariencia, todo el día con mascarillas? ¿Podremos no lavarnos los dientes si comemos arroz negro? ¿Adiós bigotes y adiós pintalabios? Sí. Estoy convencida de que aquellas personas con un estilo más dramático (más llamativo) sabrán acomodarse a la mascarilla y seguir levantando miradas: el pintalabios rojo lo sustituirán por más máscara de pestañas o sombreros más llamativos, peinados más extremados… La cosa es diferenciarse, y que siga así, que suele dar gusto verlos y verlas.

• COLECTIVO FAVORECIDO. ¡No todo son malas noticias! Todas aquellas personas introvertidas están de enhorabuena: por fin, ¡por fin!, podrán disfrutar de mayores distancias, menos vociferio, menos contacto físico… Si intelectualmente el reconocimiento hace años que les había llegado, ahora también van a ser los reyes de lo social: serán el nuevo estándar 🙂

• COLECTIVOS ALTAMENTE PERJUDICADOS. Tengo muy en mente al menos dos colectivos que desde el plano de la comunicación van a verse muy afectados: las personas mayores y las personas sordas. Y ambas comparten particularidades en su día a día. Las personas mayores oyen menos, pueden fácilmente encontrarse solas, y su vida está en la calle: hacer la compra y saludar en la pelu, en la carnicería, en el súper de siempre (aunque el súper no se presta a casi nada positivo a nivel comunicativo y emocional, la verdad). Y en esas interacciones, necesitan situarse cerca para oír, a veces te cogen del brazo para mostrar afecto (aunque seas un desconocido en la pescadería :)…

Las personas sordas, las grandes perjudicadas. Si bien es cierto que muchas pueden comunicarse mediante el lenguaje de signos entre ellas, en su día a día suelen interactuar con cualquier oyente: en tiendas, escuelas, leyendo los labios de la persona con la que interactúan. Y eso SE ACABÓ 🙁 ¡No van a poder leer los labios a nadie! Me temo que este colectivo, por el que tengo mucha simpatía, precisamente por sus habilidades comunicativas, va a sentirse aislado. Desde luego que podrán comunicarse mediante lápiz y papel o escribiendo notas en el móvil, y con gestos. Buenos son ellos, están hechos para salir airosos 🙂 También, son personas que suelen tocar mucho: para llamar a alguna persona, para mantenerla cerca y pendiente en una conversación… Además, al no llevar distintivo, pasan más desapercibidos.

En fin, aquí os dejo cómo interpreto yo que nuestro lenguaje no verbal, en general, va a verse afectado. Seguramente vosotros ya habéis adaptado vuestra comunicación no verbal y podéis aportar vuestra propia visión, así que como siempre estaré encantada de leeros.

Ánimo, cuidaos mucho, y no dudéis en expresaros tanto como podáis, de forma verbal y no verbal, pues las ganas de comunicar nos conecta.

Un abrazo a todos,

Ana